La situación por la que algunos países están atravesando –en distinta medida– implica una serie de crisis no sólo económicas, sino, sociales sobre el cuestionamiento de la modernidad y todo lo que esta determinará para el futuro de la humanidad. Hay una incomodidad social al parecer generalizada, motivo por el cual la sociedad está saliendo a la calle a demandar algo parecido a un mundo distinto. El caso de España es retratado en Resituación por Nacho Vegas, quien esta vez va más allá de alzar su copa y brindar por la humanidad y por lo bien que habita el mundo; enfoca su mirada en la ciudad más triste que jamás una mente triste pudo imaginar, en esa ciudad donde la sociedad mundial vive y no concibe escapar; pero esta vez tiene una única misión, matar a esos vampiros que convierten al mundo en el lugar más triste.
Resituación es una especie de retrato parte melancólico, parte optimista de la sociedad no sólo española, sino mundial; está repleto de personajes que prefieren el vandral antes que un amor, beben vodka en el té, son hijos de la transición quienes dicen que algo creen en Dios; tienen como mejores amigos calcetines que ponen en su mano izquierda cuando quieren que alguien les comprenda, y en algunos casos se sienten culpables si no van a votar; sin olvidar a los policías nacionales quienes visten de azul y se ganan la vida de torturadores. Este es nuestro mundo lleno de gente tan agradable, lleno de actores poco memorables.
Vivimos en contextos en donde la gente triste está en todas partes aunque cambiemos de acera, y ya no sólo estamos solos, ya no sólo estamos rotos, estamos también indefensos; estamos en ciudades repletas de vallas enormes que muestran las caras sonrientes disfrazadas de ilusión de los desgracia´os que nos despojan de todo. En donde los discursos de moda sobre derechos humanos, sobre amor y caridad se leen en tratados de pornoindividualismo, en donde hay expresiones que suenan bien y otras que hacen gracia, por una parte justicia social, por otra, meritocracia. Hemos aprendido que hay cabezas que pisotear, que los hombres con placa nos humillarán y la culpa será nuestra, pero no habríamos de protestar pues bien tenemos la “libertad” de escoger entre uniformes azules o beige.
En este lugar lo que importa es salir a buscar un trabajo hoy, y si nuestra vida es un horror eso sólo depende de nosotros mismos; donde vienen de frente gigantes de azul con las bocas llenas de “democracia”. Donde algún idiota nos dice: Qué más les da, si un día ustedes morirán. Esa es nuestra libertad y todo lo demás es caos o sometimiento, pero no importa porque el miedo ha dejado de ser la actitud y si “…nos quieren en soledad, nos tendrán en común”; porque polvo somos y en pólvora nos convertiremos.
Este es el terreno al que Nacho Vegas dedica su discurso, un sitio gris y pantanoso en donde nos propone quedarnos a la resituación, ir a la vida alegre donde nos pongamos bien y nos olvidemos de la muerte, donde soñemos que el mundo es otro lugar, donde despertemos de aquel horror y creamos sentir que algo cambió por aquí. Quedarnos aquí en donde nos creíamos muertos, pero llegará el momento en que nos sabremos vivos y podamos concebir otro lugar. Donde unos traigan estacas hechas de nogal, otros de Duro Felguera, y los imbéciles sociales y los actores poco memorables salgamos a destripar y exigir que nos devuelvan la ciudad, y así reparar la tristeza de este lugar.