La avioneta sobrevuela los edificios bajos de los suburbios en La Habana. El sol se refleja en el polvo hecho tierra de la ventana en el piso 14 del hotel Tritón. El biplano se asemeja a los aviones de combate de la Segunda Guerra Mundial con hélice en la trompa y alas rectas paralelas. La hélice calla al único elevador que servía para todos los huéspedes.
La mucama con el carro de limpieza y los turistas ven en números rojos pasar el piso 14 hasta el 22 dónde el elevador terminaba su recorrido y volvía a bajar. Las puertas se abren para revelar poco espacio. Los turistas entran al elevador, mientras la empleada cubana les da paso. Antes de que se cierren las puertas para bajar ellos la miran. Ella sólo les dice:
– Ya estoy acostumbrada.
El turismo ha tenido una relación complicada con Cuba. En los treintas, durante la prohibición en Estados Unidos, la isla tuvo un gran auge con turistas estadounidenses porque el alcohol era legal. Los estadounidenses siguieron vacacionando ahí después de la Segunda Guerra Mundial. Cuba se convirtió en un destino para mafiosos, como Lucky Luciano y Meyer Lansky, que buscaban lavar dinero a través de casinos bajo el régimen de Fulgencio Batista. Pero la “Revolución de 1959” liderada por Fidel Castro fue contraproducente para el turismo durante los primeros años después de la victoria. De acuerdo a cifras del Banco Nacional de Cuba, los turistas bajaron de 272 mil en 1957 a 86 mil en 1960 debido al embargo impuesto por Estados Unidos.
Dimitri, taxista cubano de 43 años y tez blanca, ha notado un alza en precios para turistas a partir del levantamiento de restricciones para viajeros estadounidenses. En 2015, Barack Obama y Raúl Castro tuvieron un breve encuentro durante la Cumbre de las Américas en Panamá que derivó en un viaje histórico a la isla por el mandatario de Estados Unidos en marzo del mismo año. Este fue el inicio para restaurar las relaciones diplomáticas entre ambas naciones. Ahora amenazadas bajo el nuevo presidente Drumpf.
Según las últimas cifras de la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI) de Cuba, el país tuvo un ingreso de más de 1,200 millones de dólares por turismo durante el primer semestre del 2016. Un incremento del 15% comparado con el mismo periodo en 2015. El nuevo flujo de visitantes ha beneficiado a quienes trabajan dentro del sector turístico. Mientras la mayoría de la población que no participa en él se queda fuera. Y ya están acostumbrados.
A pesar de las reformas socialistas que trajo la revolución cubana del ’59, una brecha se abrió entre cubanos que recibieron remesas en dólares cuando la moneda fue despenalizada en los 90s y los que no tenían familiares en Estados Unidos. La moneda americana les permitía comprar en tiendas mejor surtidas accesibles a la economía de los turistas. A partir del 2004, el gobierno cubano introdujo el peso convertible cubano (CUC) para sustituir al dólar y mantuvieron el peso cubano (CUP) para el resto de la población.
Muchos cubanos buscan distintas formas de integrarse al turismo. Aunque no sea formal y deban sacar su letrero de taxi cada vez que ven a un policía. Los taxis en la Habana son conocidos por ser vehículos Buick, Ford o Chevrolet de los 50s. Pero si dónde te hospedas lo escogiste por su tarifa baja entonces conocerás los otros carros antiguos de la ciudad. Debido a la estrecha relación de Cuba con la U.R.S.S., los carros soviéticos Moskvitch de los 80s son una opción menos lujosa. Aunque las puertas de algunos sólo abran desde afuera o en una curva. A partir de la caída del bloque soviético reparar los autos sale bastante caro. Las partes ya no se fabrican, así que se adaptan de otros carros.
Durante un viaje, Dimitri preguntó a sus pasajeros si querían ver lo que en verdad era Cuba. Ellos dijeron que sí y les respondió, “Entonces ayúdenme a empujar el carro”. La batería dejó de funcionar en medio de la carretera. También hay carros europeos más modernos que se pasean en la Quinta Avenida donde están la mayoría de las embajadas. La revolución mexicana se hace presente en este distrito diplomático con una estatua de Emiliano Zapata. El gobierno mexicano le hizo este regalo al pueblo cubano para conmemorar el centenario de su levantamiento en contra de Porfirio Díaz.
Los íconos de la revolución cubana son inmortalizados en grafitis, posters, espectaculares y acero. La Plaza de la Revolución dónde Martí, el Che y Cienfuegos conviven ha sido el lugar de encuentros para discursos revolucionarios, la campaña de alfabetización en 1961 o visitas papales. Los turistas suelen confundir la cara de acero del guerrillero menos mediático Camilo Cienfuegos con la de Fidel Castro. Dimitri aclara la confusión y agrega que las cenizas del comandante fueron despedidas aquí.
Otros turistas prefieren sentarse en el cemento caliente para tomarse una foto con la inconfundible cara del revolucionario argentino. El guía decide esperar junto a su carro. La plaza está rodeada por edificios gubernamentales, en uno cuelga la frase, “Y esto que la sombra se volviera luz, esto tiene un nombre, solo tiene un nombre… ¡Fidel Castro Ruz!” En el edificio de enfrente hay una foto del Comandante en Jefe en su juventud que cubre varios pisos del inmueble.
El autor visitó Cuba en diciembre de 2016 y escribió este reportaje en febrero de 2017.
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